lunes, 2 de abril de 2012

Tartazo a Barcina

El 27 de octubre del 2011, Yolanda Barcina, presidenta del Gobierno de Navarra recibía en una reunión en Toulouse tres tartazos por parte de personas de Mugitu. Rápidamente los medios hacen voz de la noticia, criticando la acción, adhiriéndola al entorno de ETA (cómo no), y todo el repertorio que ya conocemos.
Lo que nos interesa aquí es una reflexión en particular que se realiza a propósito del "atentado". Resulta que sueltan por ahí algo así "porque la violencia no está en el arma que agrede, sino en el voluntad que la empuña y el objetivo que persigue". Nos encontramos con la forma inversa del argumento que se esgrime cada vez que una forma de resistencia adquiere matiz violento: si en éste caso el medio es el incorrecto, en aquel es el fin el problemático.
Ahora bien, si se nos critica la violencia porque no es el "medio" adecuado para conseguir el fin, y se nos critica el "fin" cuando el medio no es violento, de lo que se trata es de un rechazo frontal y camuflado de cualquier tipo de forma de resistencia. No hay salida, la argumentación es una farsa, cualquier argumento es bueno. Las guerras son así.
Cuando no se puede atacar el medio se ataca el fin, sin pudor alguno. De esta manera, cualquier forma de lucha que no caiga en la violencia y que, aun con todo, logre causar un daño en su objetivo, resulta igualmente tachable, punible.
En el caso al tartazo a Barcina se pide una pena de 4 a 9 años de cárcel para los imputados. El medio no es violento, sino todo lo contrario: en lugar de atacar a una persona se ataca una imagen, una presencia, no corporal sino más bien etérea, conceptual. El tartazo es un ataque al ego, la destrucción de la distancia que se pretendía irreductible entre los políticos y los ciudadanos. El daño es considerable, el castigo, desproporcionado.

Para más info. sobre el caso y sobre la lucha anti-TAV en general, http://mugitu.blogspot.com.es/