Los días de huelga general, Aitite Tipula se presenta en la calle a horas tempranas ávido por vivir los acontecimientos planteados por la providencia. Tenía curiosidad por ver las calles céntricas de Bilbao en esta huelga convocada por la mayoría sindical vasca (la primera huelga que Tipula vivió en Euskal Herria fue la lamentable jornada convocada por la mayoría sindical española el 29S), pero sus inclinaciones militantes le llevaron con sus camaradas a formar piquete en el trazado de las obras del TAV. ¿Qué posibilidad de lucha contra el desarrollismo es más eficiente que una huelga general? El abandono consciente de los trabajadores de su puesto de trabajo, la paralización de una economía escapada del control de los hombres, un momento en el que de forma colectiva los obreros dejan de participar en un enajenado engranaje productivo-destructivo. No malinterpretéis al anciano paladín, pensionista él, también se preocupa por la defensa de los derechos adquiridos en décadas de lucha de clases; pero las huelgas también son interesantes ocasiones para interrumpir la rutina movediza urbana y mostrar que el continuo tránsito que todo lo reina puede ser estrangulado si los transeúntes así lo acuerdan. ¡Que pare el mundo y se reactive la guerra de clases! Pero suelen ser jornadas más prosaicas, Aitona: los piquetes no están engrosados por muchos militantes y son continuamente escoltados por la ertzaintza que doblega su posición de poder, los comercios desechan la convocatoria y los ciudadanos-clientes acuden a ellos alegremente (incluso da la sensación de que los muy cabrones ahorran durante meses para hacer el máximo gasto posible el día de huelga), demasiadas son las personas que lanzan diatribas a la actitud impositiva de los piqueteros… Algunos esquiroles adoradores de la normalidad mercader se alzan en defensores de las libertades individuales y se escandalizan por el talante poco democrático de las patrullas piqueteras, y seguro que muchos otros están deseando la presencia piquetera para presentar al emprendedor-empresario una excusa admisible que les proteja de las represalias laborales. El trabajo ata y mata como el tabaco. “Esta es la democracia que reclamáis”, nos gritaba un trastornado jebi comerciante indignado por nuestro ímpetu huelguístico; “libertad, libertad, libertad” repetía en bucle una madame enojada tras vernos grafitear “greba orokorra” en un Bizkaibus; “soy de ELA, pero no hago huelga porque necesito el dinero” nos lanzó impúdicamente un amable empleado de las obras del TAV que nos deleitó como el vino al dar media vuelta y no ir al tajo. La jornada fue larga, pero quizá no todo lo intensa que Aitite Tipula hubiera deseado, que patear tantas veces la plaza Circular debería estar dotado con un salario. Las editoriales de la prensa del día posterior no sorprendieron: para la despreciable general intellect del vocero regional del Grupo Vocento la huelga fue “más parcial que general” con una “incidencia desigual”, y para la pluma entusiasta del Gara supuso un masivo impulso popular que prepara a los trabajadores para “la batalla de las urnas”. Aitite Tipula sólo pudo terminar sentenciando: “son malos tiempos para la épica proletaria".
escrito por Guti
Vídeo montaje
http://www.youtube.com/watch?v=mAeixrnwxAs
Los zipis cargando contra la manifestación en Vitoria.
http://www.youtube.com/watch?v=mAeixrnwxAs
No hay comentarios:
Publicar un comentario