«Viòlencia es menjar carn»
Hay muchos tipos de violencia, está en todas partes, y nadie, por más que se proclame «no violento/a», es ajeno a ella. Ya sea por activa, ya sea por pasiva, nuestros actos y nuestras costumbres contienen grandes dosis de violencia para satisfacer nuestro estatus, nuestro bienestar, nuestras costumbres y ocios; en definitiva nuestra forma de vida.
La cuestión no es si somos violentos o no, sino si asumimos ue nuestra forma de vida genera violencia (directa o indirectamente), o por el contrario nos creemos en un estadio superior de pureza donde sólo vemos lo que queremos ver, ignorando aquellas cosas que nos hacen sentir incómodas.Las personas que se consideran «no violentas» deberían plantearse si no están delegando la violencia necesaria para el desarrollo de su vida (cómoda vida en un país occidental, por más que nos encontremos en medio de una crisis endémica) en los especialistas de la violencia: maderos, granjeros, matarifes, seguratas, etc. Delegar nuestras responsabilidades no nos hace menos responsables. De la misma manera que el, mejor dicho la ministra de defensa es responsable de las violaciones, torturas y asesinatos que cometen los soldados que previamente ha enviado a pueblos que padecen guerras y poseen petróleo, nosotros somos responsables cuando hacemos que otros actúen violentamente en nuestro beneficio.
Algunos ejemplos cotidianos de violencia:
VIOLENCIA es consumir productos de origen animal, especialmente cuando estos productos se «fabrican» de manera intensiva, haciendo entonces que los animales padezcan desde que nacen mutilaciones, violaciones, secuestros a cadena perpetua, engordes forzados, amontonamiento, torturas, desnutrición y maltratos varios hasta la lenta y dolorosa muerte.
VIOLENCIA es llamar a la policía cuando tenemos un problema que no sabemos resolver, por lo que éste se resolverá mediante el miedo que generan a gran parte de la población (por la amenaza de las armas que llevan o de lo que te puede caer en forma de multa o prisión) o mediante la fuerza, como hacen en numerosas ocasiones (¡muchas de ellas sin provocación previa!).
VIOLENCIA es gritarle a alguien para evitar que grite e insulte a la policía. ¿O es que se merece más respeto un antidisturbios que está apalizando a alguien que alguien que sencillamente grita de impotencia? ¿o es que tiene más derecho a gritar alguien de la Organización o de cualquier Comisión de vete a saber que, que el resto de los mortales?
VIOLENCIA es, sencillamente, consumir cosas que no sabemos ni de donde vienen, ni cómo se fabrican, ni de qué país en guerra provienen sus materiales, pero sobretodo, lo más violento es no querer saberlo para no sentirnos cómplices, creyendo que ignorancia es lo mismo que inocencia.
VIOLENCIA es ver una paliza de los seguratas del metro a alguno que se ha colado y no decir nada, mirar al suelo, seguir caminando y justificar nuestra pasividad con el «si hubiese pagado como yo eso no le sucedería...»
VIOLENCIA es ir a trabajar cada día, pero sobre todo el día después de que han despedido a algún o algunas compañeras y pasar a su lado sin mirarle a la cara pensando que «es la ley del mercado».
VIOLENCIA es ver una redada donde cuatro chavales de cara a la pared están siendo humillados por la prepotencia xenófoba-machista-policial, por la sencilla razón de parecer «moros». Y más violento es ver la indiferencia a su alrededor, como si eso no estuviese sucediendo, quizás por miedo a los cuerpos policiales, quizás por el racismo de gran parte de la sociedad, o quizás por que hay prisa porque hoy juega el Barça.
VIOLENCIA es buscar trabajo y tener que humillarte, rebajarte,
desnudarte moralmente y comerte la dignidad para mendigar
una mierda de trabajo mal pagado del que seguramente te echarán cuando quieran, o cuando oses quejarte de que haces más horas de las que cobras o de que hace dos meses que no te pagan.
VIOLENCIA es sentir los gritos de la vecina cada noche cuando su marido llega a casa medio borracho y descarga la impotencia por la mierda de vida que lleva; y más violento es subir el volumen de la tele para no escucharlos y no tener que ir a llamar a la puerta de delante.
VIOLENCIA es consumir energía sin ser capaces de generarla a pequeña escala, fomentando las centrales nucleares con sus «accidentes», o la inundación de pueblos enteros para hacer centrales hidráulicas , o las mareas negras que de tanto en tanto nos visitan «por culpa de un temporal», o la contaminación de las térmicas, o que planten decenas de «molinos sostenibles» delante de casa (de la gente campesina).
VIOLENCIA es vivir en una cuidad haciendo que nos traigan todas nuestras necesidades de fuera y, paradójicamente, mientras más lejano sea el origen más barato es el producto, fomentando monocultivos intensivos que destrozan tierras lejanas, porque las de aquí quizás ya nos las hemos cargado.
VIOLENCIA es, como decía un cartel después de la huelga del 29S, esta normalidad en la que vivimos, esta democracia en la que, mientras no intentes cambiar nada, siempre podrás quejarte, indignarte y patalear.
VIOLENCIA es creer que antes de la spanishtwitterrevolution no había habido luchas mucho más dignas, pero más violento es ver como se rebajan y asimilan discursos y puntos mínimos pseudo reformistas, personas con una larga trayectoria de lucha seria contra la dominación, pensando que eso puede ser el embrión de alguna cosa. Violencia es comparar esta pantomima
con las revueltas nord-africanas que han dejado decenas de muertos y heridos. Violento es ser enemigo de una multitud (de derechas y de izquierdas, que más da) y verla mover las manos al viento para aprobar pedir una reforma electoral que, aunque somos apartidistas, sólo beneficia a los partidos políticos; aunque ninguno nos represente, sería una herramienta para nuestros futuros representantes. Violencia es, en todo caso, la ley de partidos que excluye a gran parte de la sociedad vasca, y más violento es que a la # spanish revolution no se le haya ocurrido exigir su derogación. Violencia es decirle revolución a algo que no pretende revolucionar nada, que ni tan siquiera tiene algún objetivo pragmático ni lo puede tener porque las revoluciones
nunca han sido de derechas y de izquierdas a la vez, de empresarios y parados, de ricos y pobres...quien tense más la cuerda se llevara el pastel, podrá marcar la línea a seguir y arrastrar a los ingenuos, perdón, a los indignados que queden. Pero es evidente que las acampadas están siendo unas buenas
plataformas para los trepadores y líderes de los pequeños partidos y organizaciones que ven como, por primera vez miles de personas les escuchan mientras dejan ir sus discursos, miles de personas que no saben que están escuchando a los cabecillas de listas de algún partido, asistiendo sin darse
cuenta a un mega-mitting-poli-partidista.
VIOLENCIA es... un montón de cosas, muchas de las cuales formamos parte o somos directamente responsables, pero no podemos negar que el ser humano es el animal más violento del planeta, somos extremadamente violentos, y a menudo, gratuitamente violentos. La cosa es: ¿Quien está libre de violencia para imponerle a alguien una No-Violencia
parcial? ¿Donde está la frontera entre violencia y no-violencia?
¿Es posible que, con los años y la interiorización del civismo esta frontera haya avanzado, logrando cada vez más situaciones y maneras de hacer? ¿Serían hoy violentos los objetores e insumisos que hace veinte años se enfrentaban a penas de prisión por luchar contra los ejércitos?
¡Ninguno está libre de pecado! ¡Tu también puedes tirar la primera piedra!
¡Amén!
(Este texto apareció en Internet poco después de la brutal actuación de los Mossos
d’Esquadra en Plaza Cataluña el 27 de mayo, con el título «Viòlencia es menjar carn».)
Buen artículo, compañer@. Hay mucha hipocresía campando a sus anchas.
ResponderEliminar